martes, 29 de junio de 2010

y la historia sigue..

… Pero los cintarazos no dolían tanto como creían las personas mayores. Resultaban, en cambio, pretexto admirable para armar concertantes de aullidos, y provocar la compasión de los vecinos. Cuando la bizca del tejadillo calificaba a su padre de "bárbaro", Marcial miraba a Canelo, riendo con los ojos. Lloraban un poco más, para ganarse un bizcocho y todo quedaba olvidado. Ambos comían tierra, se revolcaban al sol, bebían en la fuente de los peces, buscaban sombra y perfume al pie de las albahacas. En horas de calor, los canteros húmedos se llenaban de gente. Ahí estaba la gansa gris, con bolsa colgante entre las patas zambas; el gallo viejo de culo pelado; la lagartija que decía "urí, urá", sacándose del cuello una corbata rosada; el triste jubo nacido en ciudad sin hembras; el ratón que tapiaba su agujero con una semilla de carey. Un día señalaron el perro a Marcial.
-¡Guau, guau! -dijo.
Hablaba su propio idioma. Había logrado la suprema libertad. Ya quería alcanzar, con sus manos, objetos que estaban fuera del alcance de sus manos.”

XII

La madre de Marcial ya estaba a punto de dar a luz. Ella primeriza casada con un Márquez esperaba ansiosa la llegada de este hijo, al cual le esperaba una vida llena de títulos y propiedades.

Fue en una noche de invierno, en un cuarto sombrío de aquella casona que abrió los ojos este dulce niño llamado Marcial. Él con apenas unos días de vida, recordó lo que había sido antes; la casa, sus padres, sus mascotas, etc. Desde ese entonces supo cómo sería su historia, una vida larga, llena de aventuras, con muchos amigos y con una esposa que lo acompañaría hasta el final. Y se dio cuenta de lo que realmente significaba el fin de las cosas (muerte o nacimiento), es simplemente nada. Todo vuelve al polvo, a la nada.


Fin alternativo de Viaje a la semilla de Alejo CArpentier

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